Las estrellas y su origen

La vida de una estrella comienza
con el colapso gravitacional de una nebulosa gaseosa de material compuesto
principalmente de hidrógeno, junto con helio y trazas de elementos más pesados.
Cuando el núcleo estelar es suficientemente denso, el hidrógeno comienza a
convertirse en helio a través de la fusión nuclear, liberando energía durante
el proceso.1 Los restos del interior de la estrella portan la energía fuera del
núcleo a través de una serie combinatoria de procesos de radiación y
convección. La presión interna de la estrella evita colapsarse aún más bajo su
propia gravedad. Cuando se agota el combustible de hidrógeno en el núcleo, una
estrella con al menos 0,4 veces la masa del Sol se expande hasta convertirse en
una gigante roja cuando se agota el combustible de hidrógeno en su núcleo. 2 En
algunos casos fusionando elementos más pesados en el núcleo o en capas externas
alrededor del núcleo (como el carbono o el oxígeno). Entonces la estrella
evoluciona hasta una forma degenerada, reciclando una porción de su materia en
el medio interestelar, donde contribuirá a la formación de una nueva generación
de estrellas.3 Mientras tanto, el núcleo se convierte en un remanente estelar:
una enana blanca, una estrella de neutrones, o (si es lo suficientemente
masiva) un agujero negro. Los sistemas binarios y multi-binarios consisten de
dos o más estrellas que están unidas gravitacionalmente entre sí, y por lo
general se mueven un alrededor de la otra en órbitas estables. Cuando dos
estrellas poseen una órbita relativamente cercana, su interacción gravitatoria
puede tener un impacto significativo en su evolución.4 Las estrellas pueden
formar parte de estructuras unida gravitacionalmente entre sí mucho más
grandes, tal como un cúmulo estelar o una galaxia.